top of page
Buscar

¿Qué hacemos con el enojo?

  • Foto del escritor: elblogdeunayoguini
    elblogdeunayoguini
  • 28 may 2019
  • 4 Min. de lectura
¿Qué hacemos con esa emoción, que surge como una bola de fuego en el centro de nuestro estómago, y que muchas veces crece a una velocidad o en un tamaño impensado? ¿Cómo transitamos la frustración y la ira? ¿Le damos espacio o la tapamos hasta nuevo aviso?

Hace unos días me da vuelta una reflexión en mi cabeza, la idea de querer tener todo bajo control, y todo ese enojo que me surge cuando eso no pasa (porque voy a ser sincera, nunca se puede tener todo bajo control).

Me doy cuenta que la emoción surge en mi estómago, bien en el centro. Al principio es una pequeña llama; candente, pero sin el tamaño suficiente como para hacer arder al bosque.


Pero,


a medida que pasa el tiempo,

y que la vida va proponiendo sus caminos,

la llama toma fuerza.


Cuando no me siento preparada ante una situación, cuando siento que no tengo el "control" de lo que sucede, tiendo a enojarme porque las cosas no toman el curso que yo había planeado, o que me gustaría que tomen. Esta reacción logra tensarme todo el cuerpo, desde los pies, con los que voy caminando de un lado a otro, con pasos duros, pisando metatarso-talón de acá para allá corriendo, creyendo que resuelvo cosas, y logrando únicamente unos calambres tremendos. La tensión sube por las piernas, sufro de dolor de rodillas, se me endurecen los muslos. Llego al área donde reposa mi primer chakra y me doy cuenta de que no tengo nada resuelto, que la vida es un laberinto sinfín de tomar decisiones creyendo que sabemos los resultados, y nunca recordamos que es mucho más sabia que eso. Que por más que quiera saberlo todo, hay siempre partes que van a ir dándose, paso a paso. La importancia de entender que todo es un proceso.


Entonces, la llama que a esta altura es una fogata, hace que se me tense la espalda, y ando distraída, me duele el cuello, la espalda. Me crujen los hombros y necesito dormir del lado izquierdo porque no doy más del dolor de cervicales.


El enojo, empieza a robarse el protagonismo del día a día. Me convierto en una gruñona, un poco insatisfecha, incapaz de disfrutar lo que en otros momentos me da mucha satisfacción.


¿Y qué?


No está mal sentirlo.


No deberíamos de juzgar qué es lo que "está bien sentir" y qué es "lo que no deberíamos de sentir jamás". Contrario a lo que consumimos todo el tiempo en esta era de vitrina digital, donde todas las personas muestran su mejor cara, donde todos sonríen y comparten fotos de lo exitosa y plena que es la vida; estar mal, triste, o ser un/a inconformista está mal visto... Pero es necesario darle el espacio a las emociones que surgen, eso es un acto de valentía.


Respiramos.

Las observamos.

Registramos lo que sucede en nuestros cuerpos con estas emociones.

Y aceptamos -o aprendemos a aceptar- que no están ahí para siempre, que sólo duran un rato (y que no importa ni siquiera cuánto rato o cuándo van a irse). Ya van a pasar, y van a darle lugar a otras, que también serán transitorias. Las buenas, las malas, las regulares. Todas, todas, son pasajeras.


La clave está en LA R E S P I R A C I Ó N .


También ayuda mucho comer algo rico, salir a caminar e ir soltando todo eso de a poco. Abrirnos a otrxs, poder expresar lo que nos pasa -no siempre en palabras, a veces es cocinando algo, a veces cantando, escribiendo, dibujando...a veces en simplemente es permanecer en silencio.


Me pasa muy seguido que me cuesta compartir(me) cuando estoy en esta sintonía, siento que no quiero ir por ahí dejando más que quejas en el mundo, que encima ya tiene de sobra.

En esos momentos, donde me encierro intentando buscar salidas adentro mío, reflexiono mucho. Por más contradictorio que suene, buscar <salidas de adentro>, creo que la importancia debe residir en saber qué es lo que nos hace bien, poder identificar las emociones, y conocernos lo suficientemente como para mimarnos cuando lo necesitamos.


Sin caer en la autoexigencia, ni la exigencia impuesta por el afuera, de que hay que estar bien, no matter what.

No.


Demosle espacio al enojo.


Dejemos que nuestros cuerpos transiten todos los estados de ánimo que quieran transitar.


Démosle espacio al enojo, y busquemos amor, incluso en esos momentos de tedio y fastidio, donde nos vemos como insuficientes. Y acá hablo de amor, del propio. Darnos mucho, entender que somos SUFICIENTES, tal y como somos.

Después de todo, somos lo único que tenemos por seguro.



TIP YÓGICO:

Sirve mucho en estos momentos, hacer NADI SODHANA PRANAYAMA, o mejor dicho ¡la respiración purificadora!

Se comienza en una posición sentada cómoda, donde tengamos la cabeza sobre el corazón y éste sobre la pelvis (espina dorsal erecta, espalda larga, coronilla hacia arriba). Podemos usar un almohadón, un bolster, o cualquier elemento que nos ayude a estar mejor. Las piernas pueden estar estiradas o podemos encontrar una postura de piernas cruzadas que nos resulte agradable. ¡Lo importante es estar sentadxs de manera que podamos permanecer allí un largo rato!
Colocamos los dedos de la mano izquierda en Vishnu Mudra, y empezamos a realizar esta respiración alternando las fosas nasales. La primera inhalación la hacemos con la fosa nasal izquierda, tapando la derecha. Retenemos el aire. Exhalamos por derecha. Retenemos esa exhalación. Inhalamos por la fosa nasal derecha ahora. Retenemos el aire. Exhalamos por el lado izquierdo. Retenemos esa exhalación. Eso es lo que se llama una serie (inhalación por izquierda, retención, exhalación por derecha, retención, inhalación por derecha, retención, exhalación por izquierda, retención)


ANULOMA VILOMA, (Nadi Sodhana Pranayama) ayuda a purificar los canales energéticos de nuestro cuerpo, de manera que podamos lograr que nuestra energía vital circule mejor. Al lograr esto por un tiempo determinado, llevamos la concentración a nuestra respiración. Focalizamos la mente, y el cuerpo ahí.

Disfrutamos.

Inhalamos y exhalamos compasión hacia nosotrxs mismxs.




ILUSTRACION: Cachetejack

 
 
 

Comentários


bottom of page